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Juana de Arco: Una obra de arte que enfrenta al ser y la institución eclesial


Tomada de www.filmreference.com

Terminada la Primera Guerra Mundial surgen en Occidente graves consecuencias políticas y económicas que generarían luego la gran crisis de 1929, en donde no sólo Estados Unidos sino también Francia país origen de la clásica película La Pasión de Juana de Arco sufren situaciones de caída de precios, bancos y demás entes burgueses de producción. 


Razón por la cual una película del género de Juana de Arco contiene cierto nivel de crítica a esta problemática que se adviene; su estreno fue un año antes de estallar la crisis y pese a reflejar un drama histórico de alguna forma refleja condiciones nada ajenas al presente de su lanzamiento.

El drama de Juana de Arco se desarrolla en la Guerra de los Cien Años, específicamente en 1431 según indica la historia esta heroína fue apresada por brujería y condenada a morir en la hoguera, luego irónicamente considerada mártir por los mismos que la incineran.  Esta obra de arte del cine clásico sufrió diferentes censuras por parte de la iglesia, hoy en día tenemos apenas una parte de lo que el director Dreyer pretendía expresar.

Sin embargo las pocas escenas que componen la pasión de esta mujer guerrera dentro de una sociedad sometida a las disposiciones de reyes y de la iglesia como la única verdad, son fragmentos de una exploración de planos cerrados bastante interesante y expresivos; es casi como si se siguiera paso a paso el padecer de un alma condenada por su ideal, o tal vez por su locura.

Hay una semiótica que emplea signos y símbolos de referencia religiosa, la corona de cuerdas y no de espinas humilla a Juana hasta el punto de hacerle ver como un mesías falsa, como una loca de plaza. El crucifijo del cual se aferra se asemeja al camino del calvario por el cual transitó Jesucristo en su pasión. Se asemeja mucho el juicio, la humillación y la muerte de Juana a la situación que Jesús vivió siglos atrás; pero esta vez frente a un contexto distinto, una mujer encarnando el rol de salvación, se considera una deshonra para la alta aristocracia Francesa.

Algunos críticos consideran el filme como una sinfonía de primeros planos, desde teorías de la imagen la intención al emplear dicho encuadre permite retratar expresiones, sentimientos y detalles claves para producir sensaciones más cercanas en los receptores. Los travellings del tribunal y la multitud, picados y contrapicados, reflejan algunas sombras expresionistas y demás recursos artísticos en la composición.

Así como se juega con la imagen en movimiento, ritmo, prolongación de ciertas tomas, de igual forma la escenografía argumenta la ambientación de la época y el espacio sencillamente construido hace fluir sensaciones de hostigamiento, encierro y angustia que de por sí los penetrantes ojos de la actriz María Falconetti alimentan la duda, el éxtasis y la levedad de sus acciones.

El guión está centrado específicamente en el drama de Juana comparado con la versión de 1999 que se muestra toda una historia extensa de la vida y lucha de la joven encarnada en la actriz Milla Jovovich, la temática se basa no en mostrar una heroína sino en reflejar la esencia de un ser cuestionado, interrogado, censurado y callado por la institución que dominaba las consciencias del pueblo.

La actuación de María Falconetti en comparación con Milla Jovovich supera los límites de acercamiento de la obra al público. Analizando desde la escena del juicio, la Juana clásica quedó abandonada a su fortuna, dentro de su trance entre la locura y la cordura. Mientras tanto la Juana moderna cuenta con un apoyo amistoso y paranormal de Dios y según la historia de su amigo de infancia, el cual en la película clásica es un monje que se reconoce en las palabras de la joven condenada.

Tanto en su forma como en su contenido La Pasión de Juana de Arco se desarrolla en múltiples discusiones entre el espíritu y la institución que gobierna la fé. En 1928 fue cortada por el arzobispo de París lo cual generó discusiones entre el director y la productora; aún así es suficiente con los pocos diálogos y la actuación del reparto para poder entender cómo ante el tradicionalismo, el poder aristocrático de la iglesia, pensar diferente y actuar diferente se consideran actos del demonio, de revolución, de pecado.

Sin embargo el carácter crítico ideológico y un poco político inmerso en la película no le quita lo sublime como para ser considerada una obra de arte. Mientras que retomando la comparación con la versión moderna, la fotografía en la Juana de Arco del 99 es un poco más de paisaje con planos más abiertos y no responde a una lirica entre la situación, las sensaciones y los espacios.

Quizá el filme clásico no logró mostrar toda la intención del director pero sí permite cuestionamientos en torno al clero, al papel de la mujer en la época, en la historia y el análisis en torno al desarrollo que aporta el cine mudo a crear personajes y sensaciones más reales, más cercanas al sentimiento humano; el cual por convicción elije si se adormece o se enfrenta ante las fuerzas opresoras del poder dominante.

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